Dolet, Étienne

Autoría

Escobar, Silvana;

Colaboración

Rodríguez, Samanta (revisora);

Resumen

El poeta, traductor y escritor humanista francés nació en Orleans el 3 de agosto de 1509 y falleció en París el 3 de agosto de 1546. Después de estudiar en el extranjero, intentó implementar el espíritu humanista del Renacimiento Italiano al regresar a Francia. Protegido en su juventud por el obispo de Rieux, fue uno de los jefes de la reforma religiosa del siglo XVI; antes, había sido orador, corrector de pruebas del impresor Gryfino en Lyón y famoso valedor de los llamados ciceronianos.
En 1538 se casó con Louse Giraud y abrió una imprenta en París. Se dice tuvo que pagar con su vida tras haber traducido un pasaje del Axioco y de Platón, en el que se habla de la inexistencia de la inmortalidad del alma. Su crimen fue, según algunos, haber profesado el materialismo y el ateísmo, y según otros, haberse mostrado favorable a las opiniones de Martín Lutero. En 1542, sus enemigos consiguieron su encarcelamiento por editar obras de herejes, pero fue liberado un año después. Luego fue detenido y llevado a París, y después de dos años, condenado a muerte por blasfemia, seducción y por impresión de libros prohibidos. El 3 de agosto de 1546, fecha en la que cumplía los 37 años, fue torturado, ahorcado y quemado, junto con sus libros, en la hoguera de la plaza Maubert. Es por esto, que en la actualidad es conocido como un mártir en la época del Renacimiento.
Sus principales obras son: el Diálogo sobre la imitación de Cicerón (Dialogus de imitatione ciceroniana, 1535), los Comentarios de la lengua latina (Commentarii linguae latinae, 1538), su Catón cristiano (Cato Christianus, 1538), sus Fórmulas de las locuciones latinas (Formulae latinarum locutionum illustriorum, 1539); además, editó a Terencio, Cicerón y otros clásicos latinos y franceses, como el propio Rabelais.
En “La maniere de bien traduire d'une langue en aultre” (cómo traducir correctamente de una lengua a otra) del año 1540, Étienne Dolet, explica cuáles son los 5 principios o reglas básicas que debe poseer un buen traductor. Entre esos principios se encuentran, en primer lugar, el traductor tiene que comprender perfectamente el sentido y el tema del autor que traduce, en segundo, que el traductor conozca perfectamente la lengua del autor al que traduce, en tercer lugar, el traductor no debe someterse al texto original, es decir, no traducir palabra por palabra, el cuarto, que haya innovaciones lingues necesarias. No hay que utilizar palabras poco usadas ya que hay que conectarse con lo común; y por último, el quinto principio, que haya armonía del discurso, expresión, elocuencia y argumentos para que el discurso sea placentero para los oídos.

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