En el 2020 el mundo como lo entendíamos cambió radicalmente. La pandemia de COVID-19 modificó, y continúa modificando, nuestras experiencias como seres humanos, nuestras relaciones, nuestras concepciones sobre la vida y también, cómo no, nuestras realidades como profesionales del lenguaje en una práctica absolutamente atravesada por nuevas modalidades de comunicación y alcance con nuestras audiencias.
A pesar de la suspensión de la VI edición del Congreso Nacional “El conocimiento como espacio de encuentro”, el espíritu de diálogo y formación permanente ha quedado intacto y este volumen es prueba de ello. Nuevamente nucleados en tres ejes temáticos principales (Educación, Cultura y Literatura, y Lingüística), los veintiún capítulos ponen en valor distintas tramas que hacen a nuestros quehaceres académicos, docentes y de investigación, promoviendo espacios de intercambio fluidos entre temas diversos, pero siempre importantes para la reflexión crítica de las lenguas y del lenguaje. Siguiendo la tradición ya establecida para nuestras publicaciones, hemos enviado las propuestas presentadas a revisión por pares ciegos, para contribuir a la excelencia que buscamos constantemente en el ámbito de la educación y de la investigación.
Sobre los editores (Pág. 6)
Introducción (Pág. 7)
PARTE 1 – EDUCACIÓN
Capítulo 1 – Yamila Bustamante, M. Auca Marilef, M. Catalina Camadro Basso y G. Mónica Morales
Investigadoras Noveles ¿Derechos o Privilegios de la Formación? (Pág. 10)
Capítulo 2 – Silvana Paola Accardo y Romina Mangini
Educación Sexual Integral a través de la exploración de libros-álbum: una propuesta de sensibilización docente e inclusión de contenidos para la clase de inglés bajo la
modalidad de taller (Pág. 24)
Capítulo 3 – Reina Himelfarb
El desarrollo de la literacidad académica crítica durante la formación de grado: un desafío de la universidad actual (Pág. 36)
Capítulo 4 – Carina Llosa
Estrategias de acompañamiento en el nivel Superior basadas en los Nuevos Estudios de Literacidad. Reflexiones desde la sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro (Pág. 49)
Capítulo 5 – Mónica Sobrino, Ema Camadro y Rosana Bravo
Los translectores en los profesorados del siglo XXI (Pág. 58)
Capítulo 6 – Eileen De Monte, María Emilia Eymann y Pamela Érica Bazán
Arte y educación: La experiencia estética como fundamento. (Pág. 67)
PARTE 2 – CULTURA Y LITERATURA
Capítulo 7 – Gabriela N. Tavella, S. Carina Fernández, María Cecilia Rivas y Camila Siegel Masias
Intercultural Communicative Competences at a Teacher Training Stage (Pág. 81)
Capítulo 8 – María Teresa Araya, Patricia Esther Fernández y María del Rosario Tartaglia DESAFÍOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE AULAS INTERCULTURALES (Pág.
Capítulo 9 – Andrea Montani
The Song of my Life: Resisting the Colonization of the Past in Andrea Levy’s The Long Song (Pág. 106)
Capítulo 10 – Andrea Montani y Horacio Barrales
Masculinities and Cultural Memory in Colin Channer’s “Black Boy, Brown Girl, Brownstone” (Pág. 120)
PARTE 3 – LINGÜÍSTICA
Capítulo 11 – Andrea C. Rodeghiero
Teaching formulaic sequences using conceptual metaphors: an exploratory study (Pág. 130)
Capítulo 12 – Fernanda Wiefling
¿Cómo utilizan los estudiantes la metáfora gramatical en exámenes escritos CELU de nivel Avanzado? (Pág. 143)
Capítulo 13 – María del Rosario Tartaglia, María Teresa Araya y Matías Fernández El humor lingüístico como recurso para enseñar gramática en el aula de inglés como lengua extranjera (Pág. 158)
Capítulo 14 – Lucas M. Brodersen
Los consejos en los manuales de ELE en Argentina (Pág. 170)
Capítulo 15 – Andrea Cecilia Sorbellini
Un curso inicial de lectocomprensión en inglés con fines específicos para carreras de Informática: una propuesta basada en géneros (Pág. 184)
Capítulo 16 – Patricia A. Denham, Roxana Accorinti y M. Belén Martínez
Del análisis del discurso a la lectura de artículos académicos en cursos de Inglés con Propósitos Específicos en el nivel superior (Pág. 198)
Capítulo 17 – Patricia Dreidemie
Comunalización indígena en contextos de migración. La dimensión política de los Modos de Habla mezclados como criterio de clasificación (Pág. 213)
Capítulo 18 – Martina Paz González Blanco
Aproximación al uso del marcador discursivo bueno en estudiantes alóglotas de español: los valores de aceptación, rectificación y desacuerdo (Pág. 230)
Capítulo 19 – Ana María Judith Pacagnini
Los descriptores fonético-fonológicos en el volumen complementario del MCER (2018): una perspectiva tridimensional para la evaluación en ELSE (Pág. 243)
Capítulo 20 – Miriam Patricia Germani, Lucía Inés Rivas y Mauro Andrés Cóccaro
La dominancia en la oralidad: análisis discursivo de una entrevista (Pág. 258)
Capítulo 21 – Lucas M. Brodersen y Gonzalo E. Espinosa
La aspiración en el español patagónico: un análisis en el habla infantil (Pág. 274)
Sobre los autores (Pág. 293)
En el transcurso del mencionado proyecto, hemos leído y conversado extensamente sobre la centralidad de los corpus textuales en el ámbito académico en la actualidad, sobre todo gracias a los avances tecnológicos de los últimos veinte años. Y mediante esta práctica, hemos descubierto que estas herramientas son mucho más que instrumentos para reunir datos; se han constituido como ejes temáticos, teóricos y metodológicos de investigaciones de los más variados campos y de corte eminentemente transversal e interdisciplinario.
]]>Himelfarb, R., Sorbellini, A. C., Denham, P. y Martinez, M. B. (2019). ¿Qué inglés enseñar en la universidad? Lo que piensan los docentes de las disciplinas. En G. Espinoza, M. Fernandez Beschtedt, P. Formiga y M. A. Verdú (Eds.). Conocimiento y diversidad en el estudio y la enseñanza de lenguas, Facultad de Lenguas, Universidad Nacional del Comahue, Neuquén. ISBN 978-987-46558-1-3
Durante las últimas décadas, el interés de lxs lingüistas por la región patagónica se ha incrementado notablemente. Los procesos de recuperación y fortalecimiento de las identidades de los pueblos originarios de la región, además del interés de investigadores de distintas disciplinas en los procesos de contacto cultural, han hecho posible que cada vez más personas dediquen sus esfuerzos a tratar de entender el escenario lingüístico de la Patagonia argentina. Este interés creciente es sin dudas positivo, porque ha permitido avances significativos en distintos aspectos. Por ejemplo, se ha podido describir lenguas indígenas hasta ahora no descriptas, se han sistematizado (algunas de) las características del español en contacto (véase contacto lingüístico) con las lenguas originarias y se logrado comprender con mayor profundidad las relaciones sociales, culturales y políticas estrechas que mantuvieron entre sí los pueblos nativos antes de la llegada del Estado argentino. Sin embargo, las investigaciones sobre el panorama lingüístico de la región pasado y presente aún están en sus inicios. En este capítulo, concretamente, quisiera argumentar que resulta necesario e incluso urgente profundizar y complejizar nuestra comprensión de la región patagónica desde una perspectiva lingüística. A mi entender, esta afirmación se puede justificar a través de diferentes razones, que serán desarrolladas a lo largo de este capítulo. Los primeros tres argumentos, a los que denomino motivaciones, exponen los para qué de mi afirmación central. Los otros dos argumentos, a los que denomino urgencias, ponen de manifiesto lo apremiante que resulta trabajar en contra de las situaciones de discriminación lingüística y en función de la recuperación de las lenguas originarias.
]]>Como presentó Alejandro Pérez Guarino en el Capítulo 1, la mirada prescriptiva sobre las lenguas está presente en las instituciones que dan cuenta de su uso y en la mayoría de los materiales que se producen para un público amplio. Bien sabido es que este tipo de acercamiento a las lenguas tiene consecuencias poco felices sobre la autoestima lingüística de los hablantes de variedades que se alejan de lo aceptado y recomendado. Pero también es cierto que esta perspectiva carece de cientificidad: que “vaca” se escriba con “v” no constituye exactamente lo que denominamos una hipótesis científica. Afortunadamente, hace mucho tiempo ya que las lenguas se abordan desde perspectivas científicas que intentan comprender, por ejemplo, por qué los hablantes de una variedad empleamos determinadas construcciones y no otras en ciertos contextos discursivos, qué redes conceptuales subyacen a la elección de un marco predicativo por sobre otro, o qué mecanismos formales están en juego cuando alteramos el orden de palabras. Cada uno de los tres aspectos mencionados (el uso discursivo, la conceptualización y la atención en lo formal) se vinculan directamente con los tres grandes enfoques teóricos más conocidos en la actualidad: la Lingüística Sistémico Funcional; la Lingüística Cognitiva y la Gramática Generativa, respectivamente. Si bien estos enfoques tienen objetivos diferentes, los tres procuran alcanzar científicamente un mayor conocimiento sobre el lenguaje, ya sea que lo conciban de manera independiente o como parte indisociable de otros sistemas.
Como imaginarán por el título de este capítulo, nosotros nos vamos a detener en la perspectiva formal y a lo largo de estas páginas buscaremos dar respuesta a la pregunta sobre el “para qué” de estudiar las lenguas desde este enfoque o, mejor aún, para qué “lingüistiquearla” formalmente. ¿Qué quiere decir lingüistiquearla formalmente? Cuando hablamos de lingüística formal nos referimos a un enfoque que procura establecer formalizaciones sobre las lenguas para reconocer las propiedades de lo que se denomina facultad del lenguaje. Es decir, buscamos saber qué características tiene este objeto de estudio, qué aspectos están estrechamente vinculados con él —pero no son estrictamente parte del mismo sistema, sino que involucran otras facultades o habilidades1—, cuáles son las reglas combinatorias involucradas y en qué lugares ocurren los fenómenos de variación. Así, por ejemplo, ante una construcción como a lingüistiquearla, un enfoque formal procurará determinar los segmentos que la componen, cómo se vinculan entre sí, qué rasgos presentan, por qué esos y no otros, qué reglas subyacen a la combinación de esos segmentos, si esa regla es productiva, etc., etc. (remitimos al Capítulo 1 de ¡A lingüistiquearla! para encontrar algunas respuestas). Como intentaremos mostrar, esta manera de acercarse a las lenguas nos permite desarticular mitos y prejuicios y, al mismo tiempo, nos brinda herramientas para revisar y mejorar nuestras prácticas de investigación y de docencia.
Antes de seguir, un aviso para los lectores. Nuestros “para qué” no surgirán de un recorrido que intente mostrar que este enfoque es mejor que los otros dos que mencionamos en el primer párrafo, en absoluto. Si temen eso, tranquilos... No sucederá. Nuestro propósito es, en realidad, considerar los objetivos de un enfoque formal y los aportes que ha hecho y puede hacer por el tipo de metodología que sigue. Nuestras energías no están puestas en argumentar en contra de otros recorridos teóricos, sino que van dirigidas a argumentar en contra de los abordajes acientíficos, es decir, aquellos que surgen de prejuicios o mitos y que conducen directamente a la discriminación lingüística, con todas sus consecuencias. Ahora sí, después de esta aclaración necesaria, vamos al punto.
Nuestro objetivo en este capítulo es introducir algunos de los grandes problemas que han estructurado las indagaciones y las discusiones de la lingüística formal a lo largo de muchos años. Concretamente, nos gustaría concentrarnos en algunas cuestiones relacionadas a la adquisición y la variación, para luego adentrarnos en la relación entre la estructura argumental y el orden de palabras/constituyentes, todos aspectos que serán retomados de manera más o menos directa en los próximos capítulos. ¡Empecemos!
Dicen los entendidos que cuando uno empieza a lingüistiquearla no puede detenerse. Y parece que hemos caído rendidos ante ese embrujo. Por eso, estamos aquí otra vez, reincidiendo con este libro y muchos de ustedes, reincidiendo en la lectura, para quizás, en algún momento, animarse también con la escritura.
Las preguntas sobre el porqué que caracterizan la presentación de nuestro libro ¡A lingüistiquearla! intentaban mostrar cuáles eran nuestras motivaciones para decidir contar lo que contamos y hacerlo de la manera en la que lo hicimos. Claro que preguntar por qué incluía de alguna manera el para qué, pero nos daba un margen para quitar lo racional y centrarnos en respuestas más emocionales. Los capítulos de ¡A lingüistiquearla! buscaban sacar nuestro trabajo de “la cueva” académica. Con el presente libro, sin embargo, no solo vamos a lingüistiquearla, sino que, principalmente, vamos a preguntarnos para qué hacerlo.
La pregunta por el para qué es sumamente molesta. A nadie que está contando lo que estudia o investiga le resulta agradable que le pregunten para qué lo hace. Y, seamos sinceros, preguntar por el para qué de una investigación o de una disciplina muchas veces esconde la afirmación de que esa labor y ese campo del conocimiento no sirven de gran cosa (¿quién se lo preguntaría a alguien que está investigando el tratamiento de alguna enfermedad, por ejemplo?). Así, cuando surge la pregunta del para qué, la respuesta lejos está de ser obvia.
Como sea, esa pregunta nos saca de la “zona de confort” y, como dice el gran divulgador de las matemáticas Eduardo Sáenz de Cabezón (búsquenlo en YouTube si no lo conocen), puede generar dos reacciones: una de ataque y otra defensiva. Quienes reaccionan con el ataque plantean que esa pregunta no tiene sentido, que la disciplina se justifica en sí misma y que no hay razón para ir por la vida buscándole aplicaciones a todo. En cambio, quienes se ponen a la defensiva plantean que o bien la utilidad de una disciplina nos resulta invisible precisamente porque es tan constitutiva de todo y tan omnipresente que solo algunos llegan a percibir dicha utilidad, o bien porque la disciplina tiene un fin en sí misma y entonces es la pregunta del para qué la que está fuera de lugar.
Es probable que quienes escribimos este libro hayamos reaccionado de una u otra forma ante esa pregunta que nos incomoda. Pero como esa pregunta resulta ineludible, decidimos pararnos frente al espejo, mirarnos fijamente y preguntarnos “¿para qué?”. Cada quien con lo que investiga, cara a cara. Y comenzamos a movernos, a sacudirnos, a incomodarnos. No una, sino muchas veces, con cada oración, con cada párrafo, con cada relectura nos desarmamos, para volver al ruedo.
Alejandro en el Capítulo 1 se pregunta para qué volver una y otra vez sobre el rol de las academias de la lengua y el peso de la normativa. En el Capítulo 2, Matías y María buscan explicar la finalidad de acercarse al estudio de las lenguas desde una perspectiva formal. Teresa en el Capítulo 3 nos sumerge en el para qué de recuperar consideraciones gramaticales en el abordaje del español como lengua adicional y Rocío, en el Capítulo 4, se maravilla ante una -s compartiendo sus reflexiones sobre los fines detrás de las discusiones sobre este elemento en la enseñanza del inglés. También en relación con la enseñanza del inglés, Rosi en el Capítulo 5, y Andrea en el Capítulo 6, argumentan sobre la finalidad de un análisis detallado de lo que se conoce como alternancia dativa y construcciones pasivas, respectivamente. Silvia, en el Capítulo 7, narra los para qué de sus estudios sobre construcciones resultativas, mientras que Sol y Natasha analizan en el Capítulo 8 las razones de abordar la traducción desde una perspectiva formal. En el Capítulo 9, José plantea para qué estudiar desde una perspectiva lingüística la región patagónica y María, en el Capítulo 10, responde al para qué de investigar una lengua “muerta” que nos sigue hablando siglos después. El mismo proceso de escritura, acompañado por las lecturas y relecturas de ojos propios y ajenos, fue dándose en paralelo al encuentro con las respuestas a nuestros para qué.
Tal vez las consideraciones y las razones que aparecen esbozadas en nuestros capítulos no sean lo suficientemente persuasivas y a una respuesta nuestra seguramente se pueden encadenar nuevos y más refinados para qué. No pasa nada. Cuando pensamos en el para qué de escribir este libro —sí, también nos preguntamos eso— no estuvo entre nuestros objetivos iniciales convencer a nadie. Nuestra reacción ante este nuevo desafío fue, en realidad, el entusiasmo creciente por construir respuestas genuinas.
Ciertamente, en el camino fuimos dando forma a las razones para investigar cada uno de los temas que abordamos en este libro. Sin embargo, a medida en que estas razones iban configurando un cuerpo orgánico y (más o menos) coherente, comprendimos de una manera más tangible y cabal que la pregunta del para qué tiene 9 además una fuerte impronta ética. Si la pregunta por el para qué está presente en el horizonte, nuestras investigaciones, creemos, no perderán de vista el vínculo necesario con los problemas, demandas y desafíos que existen en las distintas comunidades y grupos sociales de los que formamos parte. En última instancia, es la pregunta para qué, tan molesta como movilizante, la que permite que la investigación sea, junto con la extensión y la docencia, uno de los pilares sobre los que se asienta la universidad pública en nuestro país.
La búsqueda de ese para qué, entonces, y los avatares del camino recorrido dieron origen a las páginas que siguen. Por supuesto, no fue fácil responderle al espejo, pero creemos que el recorrido valió la pena.
Este trabajo forma parte del Proyecto J030: "Adquisición, cambio y contacto lingüístico. Aspectos teóricos, descriptivos y pedagógicos,”. Facultad de Lenguas. Universidad Nacional del Comahue.
Presentación ….. pág. 7
El equipo lingüistiquero ….. pág. 11
1) HABLAR BIEN. ¿NO CUESTA NADA? PARA QUÉ REVISAR CRÍTICAMENTE LAS OBRAS NORMATIVASCuando nos disponíamos a iniciar en marzo de este año el cursado de Literatura en Lengua Española II, nos desequilibró fuertemente la pandemia. Sin embargo, pudimos recomponernos intentando tender puentes para que la interacción en el aula virtual no nos resultara tan lejana e imposible. De la charla con nuestros y nuestras estudiantes y de la necesidad de conocer sus reflexiones, surgió la idea de convocarlos/as a participar de un proyecto creativo de escritura ficcional. Les propusimos narrar sus experiencias en este contexto de adversidad y organizamos un concurso de microrrelatos: "Microrrelatos del confinamiento", que reunimos en esta publicación artesanal con fotografías de Graciela Simonit y Rocío Felice (Chivilcoy, Buenos Aires).
Para conformar el jurado que llevaría a cabo la evaluación y selección de los microrrelatos ganadores, invitamos a tres estudiantes, Nicolás Fernández, Pamela Riquelme y Antonella Ocampo, quienes también escribieron sus textos ⸺aunque ‘fuera de juego’⸺, los cuales se incluyen también en la presente muestra. La experiencia de compartir lecturas, interpretaciones, gustos, sensaciones entre profesoras y estudiantes en el marco de trabajo como jurados resultó sumamente enriquecedora; en una primera instancia cada uno/a fue volcando sus apreciaciones en un documento compartido; luego, realizamos una reunión vía zoom para conversar sobre cada microrrelato y arribar a un orden de mérito. Así fue que “Durmiente pero no tan bella”, de Aline V (Julieta Ritossa) se llevó el primer lugar, “El día”, de Lunera (Agostina Oliz), el segundo, y “Factótum”, de M. Brown (Florencia Moreno), el tercero. Decidimos también otorgar una mención especial a “¿El enemigo silencioso?”, de MiPeFi (Noelia Quiroz). “Durmiente pero no tan bella” propone un haz de sentidos que se entretejen con cierta astucia y candidez al mismo tiempo. El insomnio, como tema recurrente en el actual contexto, se lee en la ficción del microrrelato a través de la protagonista de un cuento de hadas. Se destaca por el juego lingüístico que establece a partir de la sonoridad, del ritmo y de las repeticiones, recursos que potencian la reflexión de Bella sobre la vida, la identidad, la dicotomía entre ser y parecer, y fundamentalmente, la decisión de despertar para afrontar la realidad. “El día” invita a transitar la cotidianeidad de la vuelta a un día normal luego de la pandemia. A través de un lenguaje sencillo y ágil, la narradora repara en las sensaciones que se recuperan y se valoran de otro modo cuando se vuelve a la libertad. Sin embargo, el límite entre lo real y el sueño es tan fino que nada es lo que parece. El punto de quiebre se logra de manera tan natural que asalta sorpresivamente al lector desprevenido. “Factotum” sume al lector en un cifrado intertextual sugerente que le exige activar todo su bagaje cultural. La pandemia se visualiza a través de la pintura y el narrador se refugia en la literatura. El relato crea una atmósfera abrumadora en la que un atribulado personaje logra sumir al lector en su estado de confusión y apatía. “¿El enemigo silencioso?”, finalmente, presenta a través de un lenguaje sencillo y de la confusión propiciada por el juego de las conjugaciones verbales, la introspección de una narradora que se redescubre en un mundo amenazado por un monstruo invisible. Los dieciséis microrrelatos reunidos abordan la temática de la pandemia desde distintas visiones y experiencias pero todos convergen en el impacto y extrañamiento que nos produjo. Estas microhistorias reúnen miradas circunspectas que nos hablan de distopías, de los sueños, las pesadillas y el insomnio, del aislamiento físico y mental, la soledad, el redescubrimiento y el amor. La literatura se estudia y se escribe en nuestra asignatura; muchos/as de nuestros/as estudiantes se volvieron a conectar con la escritura; otros/as nos dijeron que nunca habían escrito; luego de leerlos/as nos impactó cuánto tenían para decir. Los invitamos a desandar estos micros del confinamiento, quizás sean uno de estos personajes que transita por estos textos.
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